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EDUCACIÓN RELIGIOSA CATÓLICA

La Doctrina Social de la Iglesia

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (DSI)

 

Es la reflexión de la Iglesia sobre las realidades sociales a la luz del Evangelio, proponiendo principios directivos de comportamiento práctico en la sociedad...

 

La Doctrina social de la Iglesia:  Es un instrumento de evangelización...

  • La doctrina social de la Iglesia responde a la dinámica de caridad recibida y ofrecida.
  • Se hará creíble por el testimonio de las obras antes que por su coherencia y lógica interna...
  • Tiene una finalidad práctica: ayudar a dar forma y aplicación a los principios evangélicos en la historia…

La DSI no ha sido pensada desde el principio: surgió como fruto de ver las realidades terrenas desde la luz de la fe: es teología, no ideología.

La doctrina social, por tanto, es de naturaleza teológica, y específicamente teológico-moral, ya que “se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas”.

La DSI es de toda la Iglesia y no solo de unos expertos, pero es obra del Magisterio de la Iglesia:

el Papa y los Obispos en comunión con él.

En cuanto parte de la enseñanza moral de la Iglesia, la doctrina social reviste la misma dignidad y tiene la misma autoridad de tal enseñanza.

Es Magisterio auténtico, que exige la aceptación y adhesión de los fieles…

Es labor de ANUCIO y DENUNCIA ante situaciones terrenas, pues posee una visión global del hombre y de la humanidad. Es un mensaje dirigido especialmente a los LAICOS para construir adecuadamente la sociedad. La DSI implica también responsabilidades relativas a la construcción, la organización y el funcionamiento de la sociedad: obligaciones políticas, económicas, administrativas, es decir:  de naturaleza secular (temporal. terrenal),  que pertenecen a los fieles laicos, no a los sacerdotes ni a los religiosos.

 Estas responsabilidades competen a los laicos de modo peculiar, en razón de la condición secular de su estado de vida y de la índole secular de su vocación.

La DSI es una enseñanza constante en su inspiración de fondo: no varía según las culturas, ideologías u opiniones.

 

 

LA DSI: APUNTES HISTÓRICOS:

 

La Encíclica RERUM NOVARUM (1891), del Papa León XIII,  marcó un nuevo modo de tratar la “cuestión social”, es decir, la “cuestión obrera” desde el siglo XIX:

es la base de toda la DSI.

 

EL PAPA LEÓN XIII,  enumera los errores que provocan el mal social, excluye el socialismo como remedio y expone, precisándola y actualizándola, “la doctrina social sobre el trabajo, sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboración contrapuesto a la lucha de clases como medio para el cambio social, sobre el derecho de los débiles, sobre la dignidad de los pobres y sobre las obligaciones de los ricos, sobre el perfeccionamiento de la justicia por la caridad, sobre el derecho a tener asociaciones profesionales”

En la Encíclica QUADRAGESIMO ANNO, Pío XI aborda problemas originados por el liberalismo:

plantea la relación entre capital y trabajo como “cooperación”, y que el salario debe ser proporcionado no sólo a las necesidades del trabajador, sino también de su familia.

Condenó como “intrínsecamente malos” los regímenes totalitarios en Europa: el Comunismo y el Nazismo.

 

EL PAPA PÍO XII, aunque no redactó Encíclicas sociales, si dirigió varios Radiomensajes: fue como la “conciencia universal” de pueblos de todos los continentes, creyentes o no, para que se instaurara un orden internacional justo: el Derecho natural debe ser base de ese orden y de la moral.  Con su autoridad moral y su prestigio, Pío XII llevó la luz de la sabiduría cristiana a un número incontable de hombres de toda categoría y nivel social”.

 

EL PAPA JUAN XXIII con sus Encíclicas MATER ET MAGISTRA,  actualiza la doctrina de la DSI a los nuevos “signos de los tiempos” y con la Encíclica PACEM IN TERRIS, aborda por el tema de la paz ante la proliferación nuclear y, por 1ª vez, se hace un llamado a cooperar a “todos los hombres de buena voluntad”.

 

 

EL CONCILIO VATICANO II (1962-65): EL CONCILIO VATICANO II con  la Constitución Apostólica GAUDIUM ET SPES (significa Los gozos y las esperanzas, trata sobre la Iglesia en el mundo actual) estudia orgánicamente los temas de la cultura, de la vida económico-social, del matrimonio y de la familia, de la comunidad política, de la paz y de la comunidad de los pueblos, a la luz de la visión antropológica cristiana y de la misión de la Iglesia.

Todo ello lo hace a partir de la persona y en dirección a la persona, “única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo” (GS 24).

Con la Declaración  “DIGNITATIS HUMANAE” se proclama el derecho a la libertad religiosa, que no se refiere sólo a las personas individuales, sino también a las diversas comunidades y naciones.

 

EL PAPA PABLO VI: afirma que“el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, en su Encíclica POPULORUM PROGRESSIO, plantea que procurar el desarrollo de todos los hombres responde a una exigencia de justicia a escala mundial, que pueda garantizar la paz planetaria y hacer posible la realización de “un humanismo pleno”, gobernado por los valores espirituales.

 

EL PAPA  JUAN PABLO II al cumplirse los noventa años de la “RERUM NOVARUM” (1981), Juan Pablo II dedica la encíclica “LABOREM EXERCENS (el ejercicio del trabajo)” al trabajo, como bien fundamental para la persona, factor primario de la actividad económica y clave de toda la cuestión social. La “LABOREM EXERCENS” delinea una espiritualidad y una ética del trabajo, en el contexto de una profunda reflexión teológica y filosófica.

 

Con la encíclica “SOLLICITUDO REI SOCIALIS”[1987], Juan Pablo II conmemora el vigésimo aniversario de la “POPULORUM PROGRESSIO” y trata nuevamente el tema del desarrollo bajo un doble aspecto: “el primero, la situación dramática del mundo contemporáneo, bajo el perfil del desarrollo fallido del Tercer Mundo,

y el segundo, el sentido, las condiciones las exigencias de un desarrollo digno del hombre”.

 La encíclica introduce la distinción entre progreso y desarrollo, y afirma que “el verdadero desarrollo no puede limitarse a la multiplicación de los bienes y servicios, esto es, a lo que se posee, sino que debe contribuir a la plenitud del "ser" del hombre.

 

En el centenario de la “RERUM NOVARUM”, (1991) Juan Pablo II promulga su tercera encíclica social, la “CENTESIMUS ANNUS”, que muestra la continuidad doctrinal de cien años de Magisterio social de la Iglesia. Juan Pablo II pone en evidencia cómo la enseñanza social de la Iglesia avanza sobre el eje de la reciprocidad entre Dios y el hombre: reconocer a Dios en cada hombre y cada hombre en Dios es la condición de un auténtico desarrollo humano.

El articulado y profundo análisis de las “RERUM NOVARUM”, y especialmente del gran cambio de 1989, con la caída del sistema soviético, manifiesta un aprecio por la democracia y por la economía libre, en el marco de una indispensable solidaridad. Los documentos aquí descritos constituyen los hitos principales del camino de la doctrina social desde los tiempos de León XIII hasta nuestros días. En la elaboración y la enseñanza de la doctrina social, la Iglesia ha perseguido y persigue no unos fines teóricos, sino pastorales,

cuando constata las repercusiones de los cambios sociales en la dignidad de cada uno de los seres humanos y de las multitudes de hombres y mujeres en contextos en los que:

“se busca con insistencia un orden temporal más perfecto, sin que avance paralelamente el mejoramiento de los espíritus”.

 

EL PAPA  BENEDICTO XVI: CARITAS IN VERITATE, en su tercera encíclica de Benedicto XVI Sobre el desarrollo humano integral en la Caridad y en la Verdad [29 de junio de 2009], aborda las desviaciones y la pérdida de sentido que ha sufrido y sufre la caridad, con el consiguiente riesgo de ser mal entendida, o excluida de la ética vivida. Denuncia que las causas del subdesarrollo se hallan en la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos, o que para lograr el verdadero desarrollo de todos, es necesario que la humanidad tome conciencia del escándalo y de la vergüenza que supone el hambre en el mundo, en tantos miles y millones de seres humanos. Benedicto XVI recuerda que esta ha de estar ordenada “a la consecución del bien común”, que “es la responsabilidad, sobre todo, de la comunidad política”, y que “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento: no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona”. También se refiere a las problemáticas energéticas; “El acaparamiento de los recursos por parte de los Estados y grupos de poder –denuncia- constituyen un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres”. “Las sociedades técnicamente avanzadas –prosigue- pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras debe avanzar la investigación sobre energías alternativas”. Por último también nos recuerda que “el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de ser una sola familia” y que “todo emigrante es una persona humana, que posee derechos que deben respetados por todos y en toda situación”.

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